Subir una fotografía a Facebook, realizar un comentario en Twitter o dejar un reguero de datos personales cuando interactuamos por internet se ha convertido para muchos en una actividad cotidiana más. Sin embargo, de lo que no siempre somos conscientes es de que ese material está, no sólo al alcance de todos a golpe de ratón, sino, lo más importante, por tiempo indefinido para aquellos que saben buscar o disponen del tiempo o las motivaciones necesarias para hacerlo.
Este rastro que vamos dejando en internet forma, junto con lo que terceros opinan de nosotros, nuestra imagen digital, una imagen que en esta era 2.0 es más pública y sensible que nunca. Cada comentario, imagen, check-in o actualización va engrosando nuestra existencia digital que queda expuesta no sólo ante nuestro círculo más cercano, sino ante cualquier persona con acceso a internet.
¿Hasta qué punto puede perjudicarte la foto de aquella fiesta que subió tu mejor amigo? ¿Y aquel vídeo? ¿Sabes qué imagen proyectas en la red? Y lo más importante: ¿puede ésta volverse en tu contra?
Para que nuestro paso por internet no nos pase factura han surgido nuevas demandas relacionadas con la privacidad y el uso de nuestros datos personales. Unos datos que, en la mayoría de los casos, nosotros mismos hemos compartido voluntariamente. La frontera entre lo público y lo privado se diluye y es en este punto en el que han empezado a surgir voces reivindicando el denominado ‘derecho al olvido’. El objetivo es claro: poder borrar de internet nuestra información ‘sensible’ con el fin de preservar nuestra privacidad.
Precisamente la Comisión Europea presentó a finales del mes de enero una propuesta para que los ciudadanos puedan solicitar a las empresas de internet la eliminación de sus datos y fotografías de la red de forma inmediata y completa. Esta norma, con la que se pretende garantizar un ‘derecho al olvido’ efectivo, contemplará, además, otros aspectos como la ‘privacidad por defecto’ en los accesos a redes sociales. Sin embargo, el camino es lento (la norma no entrará en vigor antes de dos años), aunque hace tiempo que existen en internet empresas y herramientas que permiten borrar nuestra imagen digital (o al menos relegar la información negativa al abismo de los últimos puestos de los buscadores).
Así que antes de tener que recurrir a medidas drásticas, utiliza el sentido común. Piensa antes de ‘compartir’ y monitoriza lo que se dice de ti. Ten presente que los comentarios negativos tardan más en ‘olvidarse’, especialmente en la red donde la memoria queda a un click de ratón.