miércoles, 29 de febrero de 2012

La eterna crisis de la prensa diaria


El pasado viernes amanecimos con la crónica (anunciada ya) del cierre de la edición en papel del diario Público. Hace años que son muchos los que gritan a bombo y platillo que la prensa, tal y como la conocemos (o la conocíamos) tiene los días contados. ¿Agoreros, visionarios o simplemente realistas?
Los que comenzamos nuestra carrera laboral en ese complicado mundo de la prensa escrita nos resistimos a creer que su final esté ya sentenciado. La crisis, que no ha hecho sino acelerar aún más la caída en los ingresos publicitarios y la venta de ejemplares; los cambios en los hábitos de consumo y un mundo digitalizado en el que los usuarios nos hemos hecho asiduos a lo ‘gratis’ son sólo algunos de los factores que exigen un cambio de modelo para este negocio.  
Está claro que es un momento de transformación. Pero ¿hacia dónde? ¿Cómo rentabilizar la necesaria digitalización de los medios? Poco a poco están surgiendo tímidas iniciativas y grandes apuestas de medios y grupos de comunicación por despejar esta incógnita. ¿Aprenderá la prensa a venderse a sí misma? El tiempo lo dirá. 
Sólo añadir que, independientemente del formato que adopte, la prensa no puede ni debe desaparecer. Y no lo digo por nostalgia, más bien es necesidad. Dentro de ese mundo aprendí, entre otras cuestiones, que aunque parezca imposible, las cosas sí pueden estar para ayer, que las jornadas maratonianas de trabajo son un juego si te apasiona lo que haces y, sobre todo, a enfrentarme a la realidad con espíritu crítico. También creé un hábito que a día de hoy me sigue acompañando: empezar el día leyendo la prensa. Esta costumbre, sin embargo, ya no me deja delatoras huellas de tinta en los dedos y, gracias a las nuevas tecnologías, me permite estar actualizada no sólo a primera hora, sino en cualquier momento y lugar. Un viejo hábito adaptado a los nuevos tiempos.
Con esto sólo quiero decir que crecí como profesional en un mundo en eterna crisis, sobre el que siempre planeaban los fantasmas de los recortes y los cierres. Esto, según parece, es lo único que no ha cambiado. Esperemos que en el futuro el sector salga victorioso de su obligada adaptación a los tiempos que corren.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El desafío de la creatividad

Cuenta Ken Robinson en una fantástica intervención en TED que el que nunca está abierto a equivocarse, jamás idea nada original. Esta idea forma parte de un conjunto de premisas en torno a las capacidades creativas del ser humano y de cómo nos educan para dejarlas de lado a medida que vamos creciendo.
Y si no que se lo pregunten a los niños: siempre dispuestos a probar cosas nuevas, a experimentar, sin miedo a equivocarse. ¿Acaso no es éste el caldo de cultivo de la creatividad? 
Robinson lo ilustra con una genial anécdota sobre una una niña de 6 años que, durante una clase de dibujo, se afanaba desde la última fila por concluir su obra. La profesora, sorprendida por su grado de concentración, se acercó a ella para saber qué dibujaba, a lo que la niña respondió ‘estoy dibujando a Dios’. Ante esta sentencia a la maestra sólo se le ocurrió decir ‘pero nadie sabe cómo es Dios’. He aquí la genial respuesta de la criatura:
-‘Lo sabrán en un minuto’.
Fantástico e ilustrativo ejemplo de cómo los niños se arriesgan, se lanzan sin miedo y dejan volar su imaginación sin ataduras y con audacia, la que da la (aún) ausencia de clichés, la falta de recelos y el no tener (ni falta que les hace) miedo al fracaso. Capacidades éstas que, según Robinson, perdemos al convertirnos en adultos, cuando el temor nos paraliza y ya hemos aprendido a estigmatizar los errores. ¿Estamos entonces desperdiciando nuestro talento? ¿Creéis que la creatividad debería tener el mismo nivel de importancia en nuestra educación que la alfabetización?
Mientras pensáis la mejor respuesta (no tengáis miedo a equivocaros), os dejo un link para que, aquellos que dispongan de 20 minutos, vean la intervención completa. No tiene desperdicio. 
Para los que vais con prisa, aquí podéis ver un resumen de su discurso.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Aprende idiomas y traduce la red

Comunicarse es una necesidad básica en el ser humano. Y en esta era globalizada de internet, donde la información fluye al alcance de casi todos, se hace prácticamente indispensable poder hacerlo en más de una lengua. 
Sin embargo, aunque muchos llevamos años aprendiendo idiomas parece que no conseguimos desenvolvernos con verdadera soltura más allá de nuestra lengua materna. Reconozco que soy de las que lleva quinquenios intentándolo (con ahínco, he de decir). En este tiempo he probado todos los métodos imaginables: desde las tediosas clases encerrada en una academia a las siempre necesarias estancias estivales en el extranjero. Incluso hace años lo intenté con un incipiente e-learning. En mala hora, por cierto (no hay nada más frustrante que hablarle por un pinganillo a un programa de ordenador y esperar su beneplácito). 
Lo que quiero decir con esto es que aprender un segundo idioma (incluso tercero) no siempre es una tarea sencilla, aunque reconozco que con esto de internet la cosa ha mejorado y mucho. Basta comprobar los innumerables recursos gratuitos que la web pone a disposición de todos aquellos que nos enfrentamos a esta, a veces, titánica tarea. Diccionarios, traductores (casi siempre cuestionables), test on line, broadcast y programas de todo tipo. La lista es interminable.
En esta ocasión, quiero hacer hincapié en una curiosa iniciativa que se ha propuesto traducir la red a la vez que facilita que los usuarios avancen en el aprendizaje de una lengua. Duolingo, nombre de esta peculiar propuesta de autoaprendizaje, plantea una forma de cooperación en internet por la que, según sus creadores, el usuario aprende un idioma gratuitamente al tiempo que participa en la traducción de los contenidos de internet, haciendo la red más accesible a todos los usuarios.
En fase de pruebas y de momento sólo disponible en inglés, basta inscribirse en http://duolingo.com/ indicando el idioma. Una vez aceptada la solicitud, el usuario recibirá frases en su idioma para que las traduzca a la lengua extranjera que desea aprender y todo en función de su nivel de conocimiento. A medida que los usuarios conozcan nuevas palabras y progresen, el nivel de las frases a traducir irá aumentando.
El sistema proporciona posibles traducciones de palabras desconocidas, así como herramientas para ayudar a memorizar el vocabulario y permite, además, que otros usuarios voten el rigor de esas traducciones con el fin de controlar la calidad de las mismas.
Aunque obviamente este sistema no se ocupa de todos los aspectos necesarios a la hora de aprender una lengua, sí puede ser útil para mejorar nuestra competencia en aspectos como la escritura, la lectura, adquisición de vocabulario, etc. Sin duda, una herramienta más para mejorar nuestros conocimientos. Os dejo el vídeo de presentación, por supuesto en inglés ;p.

Duolingo from Pomp&Clout on Vimeo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Literatura animada

Hoy me apetece salirme un poco del tiesto. Y lo hago para hablaros de una de mis grandes pasiones, la lectura. 
Antes que nada, he de confesar que soy de las que disfruta sobremanera deambulando entre las estanterías de una librería y de las que se pierde en una biblioteca durante horas. Dicho esto, comprenderéis que, ante una buena novela, nada supera, en mi opinión, el delicioso olor que desprenden las páginas y el suave tacto del papel. Lo siento, pero en esto soy analógica. 
Esto, sin embargo, no quiere decir que el formato digital (e-book, lo llaman) no se haya colado en mi vida. Lo ha hecho y con fuerza. Simplemente lo reservo para contenidos de corte más profesional. Yo soy así. 
Algunos diréis que el formato digital es más cómodo, ligero y económico. No os quito la razón, pero, al menos de momento, no vais a convencerme. Sé que a muchos yo tampoco podré haceros cambiar de opinión, pero quizá, comprenderéis mejor a qué me refiero tras ver la siguiente joya (esta sí, digital). No se me ocurre mejor manera de expresar lo que un libro (sea en el formato que sea) es capaz de proporcionarnos. 
Muchos ya la conoceréis. Su título: “The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore”. Se trata de una conmovedora historia sobre los poderes curativos de los libros. En esta época de consumo efímero y de contenidos fugaces, merece la pena pararse 15 minutos a disfrutar de esta historia. Aquí os la dejo, de verdad que es una maravilla. 

Y ya sabéis: a leer, sea en el formato que sea.


The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore (2011) from solitudo on Vimeo.

miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Cuidas tu reputación?


Si ha habido un concepto que se ha repetido hasta la saciedad con la expansión de las redes sociales ha sido el de ‘reputación’. Y lo pongo así, a secas, sin la coletilla del ‘online’ porque, sinceramente, a pocos conozco, por no decir ninguno, cuya reputación en el mundo online difiera de la que se han labrado offline. 
Por centrarnos, la reputación no es otra cosa que la imagen que una empresa, marca o persona proyecta y que, en ocasiones, puede no estar en consonancia con lo que esa entidad trata de trasladar sobre sí misma. El problema (y la ventaja cuando lo hacemos bien) es que con la llegada de la web 2.0 esa percepción que los demás tienen de nosotros se propaga con una rapidez vertiginosa. 
Y es que lo que antes quedaba reducido a una conversación entre amigos, un comentario entre nuestros allegados o cuatro improperios al servicio de atención al cliente de una compañía llega ahora a millones de usuarios a golpe de ratón. Para bien y para mal. 
Si no quieres que una mala reputación acabe con tus resultados, sigue leyendo. Aquí van unos consejos básicos para que tu marca (personal o profesional) salga beneficiada en el ecosistema digital.

  • Presencia constante y actualizada: genera contenido positivo y útil para el usuario, pero sin saturar. 
  • Participa en las conversaciones: no monopolices la conversación. Procura que se establezca un diálogo, así el usuario se sentirá partícipe de la marca. Recuerda que sus comentarios te ayudarán a mejorar.
  • Monitoriza tu actividad (y la de la competencia). Debes conocer qué sentimientos y percepciones se asocian a tu empresa. Escucha lo que usuarios, proveedores y, sí, también trabajadores, opinan de ti y tus productos. Y no te olvides de la competencia: nunca está de más saber qué están haciendo y tratar de anticiparse a sus próximos pasos. 
  • Honestidad, coherencia y sentido común: ¿necesita explicación? 
  • Planificación: anticípate a las posibles crisis y ten preparado un plan B en caso de que las cosas no funcionen como tenías previsto. 

Y porque nadie es perfecto, en caso de crisis:

  • Párate y piensa. La urgencia puede llevarte a tomar una decisión pésima para tu negocio. Tómate tu tiempo y reflexiona sobre cuáles son las medidas más apropiadas. Si formas parte de una empresa, reúnete con los departamentos afectados para decidir conjuntamente las acciones a llevar a cabo.
  • Actúa con sinceridad y sensatez. Asume tus errores y no prometas lo que no vas a cumplir. 
  • Busca la solución adecuada para cada caso. No contestes por contestar ni ofrezcas un montón de palabrería corporativa vacía y sin sentido. Los usuarios quieren soluciones. Proporciónaselas. 
  • Aprende de tus errores. Cuando la crisis haya concluido, analiza la situación con detenimiento y extrae conclusiones. No olvides que los errores nos ayudan a mejorar.
Ten siempre presente que una buena reputación mejorará aspectos como la fidelidad de tus clientes, su interés y su satisfacción. Y recuerda que cuesta años construirse una buena reputación, pero basta un momento para echarla por tierra. 
Y tú, ¿cuidas tu reputación?