miércoles, 2 de mayo de 2012

Perdonen por hacerles gasto

Reconozco que para algunas cuestiones soy una completa ingenua. Con esto de la crisis tenía la extravagante percepción de que cualquier negocio estaría ávido de cerrar una venta. Pero no. Cuando pensaba que encontrar un proveedor dispuesto a llevarse mi presupuesto iba a ser una tarea rápida e indolora, llega la realidad dispuesta a dejarme con un palmo de narices.
Por cuestiones que no vienen al caso, llevo algunas semanas inmersa en la, ahora lo sé, ardua tarea de contratar diversos servicios (gran parte de ellos digitales) de diferentes especialidades. Tras una primera preselección y ante de decantarme por las empresas más idóneas, me he puesto en contacto con unas tres o cuatro de cada rama para conocer sus condiciones, servicios y comprobar si realmente se adaptan a lo que estoy buscando. Antes de nada he de decir que la mayoría de ellas ha demostrado una profesionalidad excepcional. Y además ha respondido en un plazo brevísimo de tiempo.
El problema llega con esas compañías que no responden, esas que, pese a haber pasado semanas, ignoran los formularios de contacto de sus respectivas páginas web, los mails en sus bandejas de entrada, etc. Me imagino la cara de sorpresa del comercial, ejecutivo o ‘manager’ de turno al recibir una petición. ¿O quizá es de hastío? ¿Acaso tienen unas ventas tan elevadas y una cartera de clientes tan extensa que, en los tiempos que corren, se pueden permitir el lujo de ignorar nuevas cuentas? ¿O es que molesta tener que realizar una tarea nueva? La verdad es que no encuentro respuesta. 
Viví una situación similar cuando llamé a cierta entidad para realizar un cambio en mi cuenta como cliente, cambio, por cierto, que supondrá un incremento en la cuota que les vengo abonando desde hace ya unos años. El trámite, a priori sencillo, se fue complicando debido a la gran cantidad de datos que me solicitaban. ¡Y yo que pensaba que sólo ponían trabas para darte de baja! Pues ahora resulta que pagar más tampoco es fácil. 
El caso es que como el interrogatorio se extendía y yo estaba en la calle (sin acceso a la mayoría de datos que me solicitaban), les pedí que me enviasen un mail con todo lo que necesitaban para formalizar el cambio. Resultado: un mes después sigo esperando (eso sí, tengo la bandeja de entrada al borde del colapso gracias a sus continuas notificaciones sin interés, newsletter y demás propaganda vacía). 
¿Acaso mi disparatada petición les ha pillado de sorpresa o les he ofendido en algo? Cierto es que, con las prisas, no me despedí correctamente. Quiero aprovechar estas líneas para hacerlo en condiciones: sólo decirles que espero su mail, siento las molestias y, sobre todo, perdonen por hacerles gasto. Ahí queda.

2 comentarios:

  1. Esas empresas que no responden ante circunstancias positivas para ellas responderán peor ante las negativas. Me imagino la lentitud de gestión en una reclamación o cualquier problema con el servicio. Es mejor que no sean profesionales desde el principio para no padecer males futuros.

    Esto desde el punto de vista personal.

    Desde el punto de vista profesional, me parece aún peor; con lo que cuesta generar negocio, con la presión que recibimos los publicitarios para lograr objetivos imposibles... y luego descuidan el trato directo con el cliente potencial. Vergonzoso.

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    1. De todo se tiene que encontrar una. Ya te digo que hay gente que responde, te asesora y se preocupa por vender y dejar un cliente satisfecho.

      Lo que me tiene sorprendida es que a estas alturas y después de haber contactado hace un mes con más de uno (varias veces y por distintos medios, ya me conoces) algunos sigan sin responder.

      Allá ellos!

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